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Aprovechando que habla Javier, al que no veo desde hace más de 30 años, me uno a su excepticismo . Desgraciadamente he visto ya demasiadas leyes, una tras otra y tras otra, de urbanismo, medio ambiente, patrimonio, etc, que iniciadas con ilusionantes perspectivas, no solo no han arreglado lo que pretendían sino que han complicado aun más lo existente. La prueba?: mira 33 años atras y recuerda cuando comenzábamos a trabajar.
Simplificar es optar por la libertad en contra de la planificación, por el individuo en vez de la administración y sus administradores. Quitar lo superfluo y dejar solo lo estrictamente necesario. Te recuerdo que, solo a la semana de aprobarse la LOUA, la entonces consejera anunciaba que detectados determinados fallos se iban a cambiar en breve.
La ley actual no funciona: es evidente. Ahí coincido con tu análisis. Los municipios casi huyen del planeamiento urbanístico y solo lo redactan y concluyen cuando les amenazan con no recibir subvenciones. Y todo ello es porque supone un derroche de recursos materiales y temporales para acabar encerrados en una rígida prisión inmune al devenir de los tiempos.
¿Será alguien capaz de cambiar el catálogo de Granada, realizado en el PGOU de 1986 por niñillos de Historia del Arte y que ahora, una vez pasados 30 años y aprobados los Planes Especiales que habiendo establecido normas generales de protección, hubieran debido eliminar, al menos los niveles inferiores de ese catálogo? La realidad es que el planeamiento atenaza a los ciudadanos que, como inmigrantes en Melilla, intentan saltarse unas normas artificiales de cualquier manera. Y estamos ciegos si no lo vemos. Si aquello es un problema, esto también.
En fín, compa, que seguiremos hablando. Javier, un abrazo. Espero que sigas jugando al pingpon. Recuerdos a Jasone.